Trabajos con Jorge Zentner

Os presento un par de trabajos del taller de escritura con Jorge Zentner. El primero es de Eduardo Filomeno de Brasil. El segundo de Carlos David Gonzalez, Mexico:
"Death or Glory"

"La Orquesta Infeliz"

Era un lugar muy triste, ensombrecido por su paisaje oscuro, y sobre todo, por su falta de alegría, que era fácil de percibir en el ambiente, un tanto mórbido y de resignación. Todos los días pasaban las horas trabajando bajo la tierra, o en oscuras grutas en donde después de terminar su jornada laboral, se dedicaban exclusivamente a descansar, encima de una piedra, sobre un pedazo de pasto muerto, o sobre alguna sucia herramienta de trabajo. No quedaba tiempo suficiente para nada más.
Cierto día, el saltamontes le pregunto al ciempiés, si tenia ganas de ir a dar un paseo al terminar de trabajar, el ciempiés le respondió que sí, siempre y cuando fuera breve, ya que tenía que llegar temprano a casa para desabotonar sus cincuenta pares de zapatos.
Esa noche, al caminar bajo la oscuridad de la noche, y, tomando un sendero que nunca antes habían caminado, escucharon un misterioso ruido y extrañados, fueron a seguirlo para averiguar de donde provenía.
Curiosamente, el sonido los guió hacia una pequeña franja luminosa que parecía salir de una pequeña ventana de una pequeña casa hecha de piedra y raíces entrelazadas. Al llegar, se quedaron atónitos con la escena, era algo que sus ojos, ni sus oídos habían jamás experimentado. Aquel sonido provenía de un viejo grillo que hacía sonar sus patas con una especie de melodía chillona y repetitiva, que los hizo maravillarse en ese instante. Permanecieron ahí durante muchos minutos, olvidando por completo que se encontraban cansados, o que tenían aún muchos zapatos por quitar.
Al terminar la melodía, se acercaron al grillo y le preguntaron: -¿Por qué haces eso a esta hora de la noche, no deberías estar durmiendo como todos nosotros? ¿Qué te motiva a sacar ese extraño sonido de tus patas, no ves que mañana estarán cansadas y no te servirán para trabajar?
Y el grillo les respondió:
-Eso que hago con mis patas, se llama música, y en este punto de mi vida, después de haber trabajado tantos años bajo la oscuridad de las cavernas, llenas de otros muchos insectos que no tienen ninguna otra felicidad más que la de dejar de hacerlo, es lo único que me hace feliz. La energía que me motiva a tocar, es la de esa pequeña franja de luz blanca, que proviene de algún lugar que aún no conozco todavía, y, cada que toca mi cuerpo, me llena de una extraña sensación que me dice que debo seguir. Os prometo, que algún día, saldré a la superficie y la veré, pero ahora mismo no tengo la suficiente fuerza para ir; soy tan solo un viejo grillo y mi cuerpo ya no es el de antes. Pero les aseguro que no moriré sin antes ver ese lugar.
-Bueno- dijeron ellos - Podemos hacer una cosa; nosotros te ayudaremos a buscar la salida a la superficie si nos enseñas a tocar música como tú.
-Trato hecho- Dijo el grillo.

Y así sucedió, cada noche, después del trabajo, se reunían los tres insectos, cada uno con sus respectivos instrumentos, a practicar, bajo la tutela del viejo grillo, una serie de melodías inspiradas en los sonidos de la naturaleza que conocían. Y siempre lo hacían bajo esa misteriosa luz que llegaba cada día a la misma hora e iluminaba la sala de su pequeña casa.
Pasaron los meses de esta forma y finalmente consiguieron aprender a tocar, utilizando cada uno las partes de su cuerpo para crear un sonido en particular. Cuando por fin consiguieron lograr una armonía completa, el sonido se transformo tan intensamente, que comenzó a llamar la atención de otros insectos que pasaban por ahí. Así, uno a uno, fueron llegando a casa del viejo grillo, pidiendo una oportunidad para aprender a tocar como ellos.
Primero llego la cigarra, después llegaron un grupo de termitas, después algunas mantis, abejas, escarabajos y hasta algunos mosquitos. Hasta que se volvió insuficiente el espacio en aquella pequeña casa, ya que habían llegado cerca de ciento veinte insectos de diferentes especies a aprender a tocar.
Entonces, el viejo grillo, un tanto enfermo y cansado de enseñar a tantos, habló con el saltamontes y el ciempiés de su propósito original y les dijo: -Chicos, creo que ya es momento de salir a la superficie, no tengo nada más que enseñarles, todo lo que sé, lo saben ustedes. Mi casa no tiene más espacio para seguir con esto, vamos, ahora tenemos patas suficientes para salir de este lugar.
Y así al siguiente día consiguieron reunir a los ciento veinte insectos que decidieron escapar de ese oscuro y tormentoso lugar y juntos comenzaron a perforar un túnel que los llevaría a ese tan anhelado sitio del que hablaba el grillo.
Excavaron juntos por algunos días y por diferentes caminos, hasta que finalmente, el escarabajo rinoceronte con su enorme fuerza, logró romper esa última capa de tierra dura que hacía falta y lograron salir.
Al llegar a la superficie, parados todos sobre una gran planicie rodeada de enormes árboles, se quedaron cegados bajo la intensa luz del sol, y corrieron despavoridos a buscar un refugio dentro de la corteza de un enorme tronco.
El viejo grillo les dijo:
- ¡Esto no es lo que había esperado!, ¿Cómo se supone que tocaremos bajo esta luz que no nos permite ni siquiera ver nuestro alrededor? Tenemos que regresar abajo, hacia donde podamos estar tranquilos y nuestras melodías puedan ser escuchadas.
-¡Pero tenemos que esperar un poco, a que desaparezca esta luz, o jamás llegaremos! - Dijo el saltamontes.
-Que así sea- dijo el grillo.
Esperaron así durante ocho horas, hasta que finalmente el sol, se oculto. Y justo cuando comenzaban a emprender el camino de regreso, una extraña luz blanca comenzó a emerger del cielo, era una luz que proyectaba una gran bola blanca y bañaba todo su alrededor. Había también una serie de pequeñitas bolas blancas que lograban emanar una luz muy parecida a esa otra. ¡Que agradable era!
Todos voltearon al cielo, maravillados, en especial el viejo grillo, que, habiendo sido debilitado por el viaje y por el intenso calor de la luz del día, pronunció unas últimas palabras para todos sus alumnos, esa nueva gran orquesta que había nacido en las entrañas de la tierra. Les dijo:
-Mis insectos, observen el cielo, sientan esta luz, recorran todo su esplendor. Que esto les sirva como inspiración para tocar la música que les he enseñado. Toquen desde el momento en que la vean llegar, hasta que desaparezca y eso los hará felices.
Y así fue como desde ese día, todas las noches, los insectos se postran bajo la luz de la luna y tocan cada uno, un instrumento por especie, recordando las enseñanzas del viejo grillo.

Comentarios

Entradas populares